Acaba de producirse otro paso más en la pugna comercial entre China y la Unión Europea, de manera que el gigante asiático ha presentado una queja formal ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) contra la decisión de la Unión Europea de aumentar los aranceles a los coches eléctricos chinos.
El nuevo movimiento de Pekín llega después de que el pasado 30 de octubre entraran en vigor, de forma definitiva, las nuevas tasas que obligan a que estos vehículos paguen hasta el 35,3 % al pasar por las aduanas comunitarias como respuesta a la recepción de ingentes subsidios en toda la cadena de producción.
China, que desde el principio de la pugna asegura que su industria es el fruto de una “innovación independiente y continua” y no de una vulneración de las reglas de la competencia, ha decidido llevar el caso al mecanismo de solución de diferencias de la OMC, “con el fin de salvaguardar los intereses del desarrollo de la industria de vehículos eléctricos y la cooperación global en la transformación verde”, según han asegurado desde el ministerio de Comercio de aquel país.
Previamente, ya había presentado una reclamación contra las medidas provisionales de la UE aprobadas en julio, lamentando que los aranceles se hayan impuesto finalmente “a pesar del gran número de objeciones planteadas por todas las partes interesadas, incluidos los gobiernos de los Estados miembros de la UE, la industria y el público”.
Así las cosas, en China están convencidos de que la resolución final de la UE “carece de base fáctica y jurídica, viola las normas de la OMC” y esconde una herramienta de “proteccionismo comercial”, por lo que el portavoz del Gobierno ha chino instado al bloque comunitario a “corregir inmediatamente sus prácticas ilegales y mantener conjuntamente la estabilidad de la cadena mundial de la industria de vehículos eléctricos”.
La decisión de la UE fue tomada tras una investigación de un año y que, siguiendo las reglas de la OMC, ha hallado evidencias de ayudas públicas a los coches eléctricos hasta el punto de distorsionar la competencia, según argumenta la Comisión Europea.
Esas medidas se concretan en unos aranceles adicionales que van desde el 7,8 % a los vehículos producidos en China de Tesla hasta el 35,3 % impuesto a la compañía china SAIC; a medio camino están las chinas BYD (17 %) y Geely (18,8 %). Además, todos estos porcentajes se suman al 10 % que se aplica como norma general.
La demanda ante la OMC escala otro punto una pugna comercial en la que China ha respondido golpeando a distintos sectores europeos, anunciando una investigación antidumping a la carne de cerdo europea, y cuyo principal perjudicado sería España, el mayor exportador de la UE); y otra investigación antisubvenciones contra los productos lácteos e impuesto aranceles provisionales al brandi, una medida que golpea principalmente a Francia y que la UE ha recurrido también ante la OMC.
Pekín, mientras tanto, no renuncia a seguir negociando con Bruselas para encontrar un punto de acuerdo que levante o aminore los aranceles. En este sentido, el ministro de Comercio, Wang Wentao, ha asegurado que los equipos técnicos de la UE y China están celebrando actualmente una segunda ronda de consultas, al tiempo que reiteraba el compromiso de Pekín de abordar “las fricciones comerciales entre China y la UE a través del diálogo y las consultas, basándose en el respeto de los hechos y el cumplimiento de las normas de la OMC”.
El comisario de Comercio europeo, el vicepresidente de la Comisión Valdis Dombrovskis, y su homólogo chino mantuvieron una última reunión por videoconferencia hace 10 días, en la que la Comisión se mostró abierta a negociar compromisos de precios con exportadores individuales, como permiten las normas de la UE y de la Organización Mundial del Comercio.