Uno de los principales problemas a la hora de adquirir un coche eléctrico pasa por la red de carga, que debería abarcar todo el territorio u ofrecer un servicio fiable y asequible. En algunos países europeos, las farolas de la calle se han convertido en un recurso ideal para ampliar esta red de recarga de coches eléctricos sin necesidad de grandes obras ni inversiones; sin embargo, en España no es posible.
Nuestro país cerró, según Aedive, el pasado 2024 con 40.438 puntos de recarga, lo que supone un 33,2 % más que el 2023, una cifra a pesar de la cual, nuestro país aún se enfrenta a desafíos como la activación de puntos inoperativos y una mejora en la distribución y potencia de las estaciones de recarga.
En este sentido, en numerosos países europeos, las clásicas farolas instraladas por los ayuntamientos para iluminar las calles, se han convertido en un recurso ideal para ampliar la red de recarga de vehículos eléctricos sin necesidad de grandes obras ni inversiones masivas, ya que se trata de un sistema que aprovecha la infraestructura de alumbrado público y permite ofrecer puntos de carga lenta en barrios residenciales, justo donde muchos conductores no tienen acceso a un cargador en su garaje o plaza de aparcamiento.
De esta manera, en el Reino Unido, que en 2024 se convirtio en el mercado de vehículos eléctricos más grande de Europa, con más de 380.000 unidades vendidas, ha dado un paso decisivo en esta dirección; y el Ayuntamiento de Brighton & Hove ha firmado un acuerdo con la empresa Char.gy para instalar más de 6.000 cargadores en las farolas de toda la ciudad.
El proyecto, valorado en 130 millones de libras, se financia con los fondos Local Electric Vehicle Infrastructure (LEVI), una línea de ayudas impulsada por el Gobierno británico en 2023 para facilitar a los ayuntamientos el despliegue de puntos de recarga.
John Lewis, CEO de Char.gy, ha definido la iniciativa como "un hito para la movilidad eléctrica en el Reino Unido", y ha subrayado que la colaboración público-privada ha conseguido acelerar esta transición. Por su parte, Quentin Willson, de la asociación FairCharge, ha añadido que disponer de miles de cargadores en las farolas dará confianza a conductores sin punto de carga propio, y demostrará a otros municipios que es posible atender al 30 % de usuarios que no puede recargar en casa.
Entre las ventajas de recargar en farolas destaca la sencillez técnica, ya que al tratarse de carga lenta, apenas requiere modificaciones en la instalación eléctrica existente. Además, estos cargadores resultan perfectos para usar durante la noche o en estacionamientos de media y larga duración, ofreciendo una experiencia muy similar a la de un punto de carga doméstico.
Países, como Portugal o Países Bajos, ya exploran este modelo mediante proyectos pilotos o permanentes para medir su viabilidad y aceptación.
Sin embargo, en España esta opción todavía no está permitida. Valencia intentó instalar 22 cargadores en farolas, pero tuvo que retirarlos al constatar que la legislación española prohíbe revender la electricidad del alumbrado público.
Aunque esta normativa tiene su lógica en muchos casos, resulta evidente que debería revisarse para autorizar iniciativas tan claramente beneficiosas como la recarga en farolas.
La experiencia británica y los ejemplos de otros países europeos demuestran que adaptar las farolas para recargar coches eléctricos es una solución efectiva y práctica con un coste muy limitado, que podría extenderse pronto a ciudades españolas, eso si, siempre que la legislación lo permita.