La compañía británica Enso, ha apostado por el diseño de unos neumáticos específicos para coches eléctricos, que habitualmente son más pesados y con mayor par motor que los de combustión interna, a partir de una fórmula mucho menos perjudicial para el medioambiente y la salud humana, generando menos resistencia a la rodadura y ampliando la autonomía, además de incrementar su vida útil y ser más baratos.
El éxito en 2023 de un ensayo de seis meses en furgonetas eléctricas operadas por la compañía de Correos británica, Royal Mail, y la empresa de reparto DPD, ha llevado a Enso a ampliar horizontes y acometer planes para instalar en el sureste de EEUU una fábrica con una inversión de 500 millones de dólares, y planes para producir hasta 5 millones de neumáticos en 2027.
Según explica el diario digital El Español en un amplio reportaje, uno de los elementos que todavía no se ha incorporado del todo a las regulaciones, es el de las emisiones a las que contribuyen los neumáticos; y de hecho, se espera que la Unión Europea sea la primera en hacerlo, con nuevas normas que podrían entrar en vigor a mediados de 2025.
Estas restricciones se basan en varios estudios e investigaciones científicas, que en los últimos años han demostrado de forma inequívoca que las partículas procedentes de las ruedas pueden contaminar el aire, el agua y el suelo, ya que contienen muchos compuestos orgánicos tóxicos, incluidos conocidos cancerígenos.
Los neumáticos se fabrican habitualmente con caucho sintético, derivado del petróleo, pero también incluyen numerosas sustancias químicas potencialmente peligrosas. Una de ellas, conocida como 6PPD, se ha relacionado recientemente con la muerte de salmones en algunas zonas de Estados Unidos, de manera que hay estados como California o Washington que ya están regulando su prohibición.
El caso es que al acelerar, frenar, tomar una curva o, simplemente, circular por carretera, se desprenden diminutas partes de estos componentes, invisibles al ojo humano, de manera que según los análisis de Emmisions Analytics, los neumáticos producen 36 miligramos de partículas por cada kilómetro recorrido, cerca de 2.000 veces más que la media de 0,02 mg/km de los tubos de escape.
Con todo, aún puede ser peor, ya que una conducción agresiva, con fuertes aceleraciones y frenazos, dispara las emisiones hasta los 5.760 mg/km.; y en el caso de los coches eléctricos, esas cifras son incluso más preocupantes, ya que el elevado peso de las baterías y el par superior del motor que llega a las ruedas, provoca mayor fricción y, por tanto, mayor desgaste.
Además, la mayoría de los neumáticos no se reciclan y acaban en incineradoras, y al quemarse liberan a la atmósfera grandes cantidades de CO2 y otros gases contaminantes.
Para contrarrestar esta preocupante tendencia, en Enso están desarrollando unos neumáticos más eficientes energéticamente, sostenibles y duraderos para vehículos eléctricos, con materias primas de origen biológico y bajas en carbono, y con técnicas químicas y de ingeniería avanzadas.
Gunnlaugur Erlendsson, fundador y CEO de la compañía, ha abordado el problema de fondo de los neumáticos específicos para coches eléctricos, geniendo en cuenta que estos modelos son cada vez más habituales, y que la mayoría de fabricantes buscan llegar a acuerdos con marcas de automóviles para que sus ruedas, recién salidas de fábrica, se asocien con modelos concretos. En este sentido, ha explicado que "por este motivo, aunque la tecnología actual permite mejorar mucho los neumáticos, no llega al 90 % de la industria, que es el mercado de recambios".
Así las cosas, el modelo de negocio de la compañía en EEUU se centrará en diseñar neumáticos que puedan servir para los coches eléctricos más populares, independientemente de su marca, y venderlos directamente a los clientes. De esta manera, la nueva fábrica de Enso, cuando funcione a pleno rendimiento, se encargará de fabricar 20 millones de estos neumáticos al año.
En cuanto a los detalles concretos de estos novedosos neumáticos y sus ventajas frente a las ruedas convencionales, en Enso insisten en que ofrecen un 10 % menos de resistencia a la rodadura y, por lo tanto, un 10 % más de autonomía para el coche eléctrico, además de un aumento del 35 % en la vida útil, y un precio un 10 % inferior.
Estas cifras han sido confirmadas por Transport for London, organismo que regula el transporte público en la capital inglesa, y que ha participado en los ensayos que tuvieron lugar en 2023.
La principal alternativa a lo que propone Enso se llama The Tyre Collective, que trabaja desde 2020 desarrollando soluciones tecnológicas que pueden impedir que las partículas que se desprenden de los neumáticos dañen tanto el medioambiente como la salud de las personas, siendo su aportación más reciente un dispositivo que utiliza placas electrostáticas encargadas de atraer las partículas desprendidas de los neumáticos, que se cargan por la fricción en la carretera.
Tiene forma de caja y se instala en la parte inferior de la carrocería, justo detrás de las ruedas, para capturar residuos de caucho sintético y otros materiales que miden entre 0,3 y 136 micrones y se acumulan en un depósito oculto en el interior.
De momento, según los resultados obtenidos en el laboratorio, el dispositivo ha sido capaz de capturar el 60 % de las emisiones atmosféricas de los neumáticos. Aún así, su implementación en el mundo real parece algo compleja, por lo que sus responsables han probado los últimos prototipos en un par de furgonetas de reparto en Londres, que han sido capaces de recoger apenas un 20 % de las emisiones.
Este diseño implica que los residuos obtenidos se pueden reutilizar, una forma de "cerrar el círculo" y conseguir convertir "la contaminación en productos". De esta manera, tras someterlas a un proceso químico, estas partículas recicladas pueden utilizarse para fabricar nuevos neumáticos, pero también paneles acústicos para el aislamiento de edificios o suelas de zapatos y zapatillas.