Hace algún tiempo, el presidente de la República Popular China, Xi Jinping, hizo pública su preocupación por la burbuja que se estaba formando en el sector de los coches eléctricos, comparando la situación del sector con Evergrande, la inmobiliaria china que provocó la mayor crisis del ladrillo en el país. Ahora parece confirmarse que el país dejará de apoyar en coche eléctrico para centrarse en el de hidrogeno.
Hace algunos meses, con el mercado saturado de coches eléctricos, BYD inició una guerra de precios salvaje en China con la que intentaba dar salida a parte de su excedente de producción, lo que ha provocado un reposicionamiento general de precios para evitar que miles de vehículos se queden sin vender. De hecho, a día de hoy los precios han caído tanto que en aquel país es posible adquirir un coche eléctrico por poco más de 6.000 euros.
Xi Jinping solicitaba entonces a los fabricantes que ordenaran su producción y evitaran a toda costa esta guerra de precios que no beneficia a nadie, pues el Estado está en el accionariado de muchas de estas marcas y la gran mayoría están subvencionadas con dinero público, lo que significa que el Gobierno tendrá que correr con las pérdidas o dejar caer a las empresas que se hayan expuesto demasiado.
Esta evolución ha provocado que de los 170 fabricantes de coches eléctricos que hoy operan en China casi un centenar no alcance ni un 0,1 % de cuota de mercado, una verdadera ruina que hace que estas empresas directamente no sean rentables.
Así las cosas, el Gobierno Chino parece haber decidido sacar el coche eléctrico de sus planes económicos quinquenales, y más en concreto en los planes 2026-2030, donde ya no aparece como una prioridad para la industria del país asiático, aunque sí aparecen otras partidas como puede ser el hidrógeno o la fusión nuclear, energías alternativas que el Gobierno de Pekín parece que va a regar con millones de yuanes durante los próximos años.
La versión oficial es que el coche eléctrico está maduro y no necesita más apoyo financiero por parte del Gobierno, pero versiones más oficiosas hablan de que el Gobierno se ha cansado de financiar al coche eléctrico y de perder dinero, y ahora espera que sea el mercado el que lleve a cabo la limpia necesaria para que decenas de fabricantes que no son rentables simplemente desaparezcan.
