¿Es realmente cierto que un coche eléctrico es un 50 % más barato de mantener que uno de combustión...?

¿Es realmente cierto que un coche eléctrico es un 50 % más barato de mantener que uno de combustión...?

En los últimos años, los coches eléctricos han ido ganando terreno en el mercado automovilístico español, impulsados tanto por las políticas medioambientales como por las promesas de ahorro económico, y uno de los datos que más se repite es que mantener un coche eléctrico puede ser hasta un 54 % más barato que uno de combustión. Sin embargo, los expertos defienden que este dato tan llamativo esconde matices importantes que conviene analizar antes de tomar una decisión de compra.

 

El cálculo del 54 % de ahorro en mantenimiento proviene de comparar los costes de mantenimiento rutinario, teniendo en cuenta que los coches eléctricos no necesitan cambios de aceite, filtros de aire o bujías, y que sus sistemas de frenado sufren menos desgaste gracias a la frenada regenerativa. Además, cuentan con menos piezas móviles, lo que reduce la probabilidad de averías mecánicas, y todo ello, sobre el papel, supone un ahorro significativo a lo largo de la vida útil del vehículo.

Sin embargo, reducir el análisis al mantenimiento básico puede llevar a conclusiones engañosas, ya que por ejemplo, el coste inicial de un coche eléctrico sigue siendo notablemente superior al de uno de combustión, aunque las ayudas estatales puedan suavizar la diferencia.

Además, el valor de reventa de estos vehículos todavía es incierto, especialmente por la evolución tecnológica y la durabilidad de las baterías, que pueden suponer un desembolso importante si es necesario sustituirlas tras varios años de uso.

Por otra parte, el coste de la electricidad y la facilidad de recarga son factores esenciales, de manera que recargar un coche eléctrico en casa puede ser muy económico si se dispone de tarifa nocturna, pero hacerlo en puntos de recarga rápida públicos puede elevar el coste por kilómetro, acercándolo al de un coche de combustión, especialmente si consideramos los impuestos que previsiblemente se aplicarán a la electricidad destinada a automoción en un futuro próximo.

Tampoco hay que olvidar el impacto del uso y la localización, de manera que en entornos urbanos, donde los trayectos son cortos y la regeneración de energía es frecuente, el coche eléctrico saca ventaja. Sin embargo, en recorridos largos o zonas rurales donde la infraestructura de carga es limitada, los inconvenientes pueden pesar más que el ahorro en mantenimiento.

Además, es importante considerar que los datos disponibles suelen basarse en promedios y escenarios ideales, pero no tienen en cuenta que cada conductor tiene unas necesidades concretas y un contexto diferente, lo que hace que el análisis deba personalizarse, de manera que para algunos, el ahorro será real y significativo, mientras que para otros, la inversión inicial o los costes ocultos pueden hacer que el coche eléctrico aún no compense.

En definitiva, aunque ese 54 % menos en mantenimiento es cierto en muchos casos, resulta fundamental mirar más allá de la cifra y analizar todas las variables; y solo así podremos tomar una decisión informada y ajustada a nuestra realidad, sin caer en trampas estadísticas ni en promesas demasiado optimistas.

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