Cuando el coche eléctrico marea a sus ocupantes más que uno de combustión...

Cuando el coche eléctrico marea a sus ocupantes más que uno de combustión...

Un número creciente de personas afirma experimentar mareo con mayor frecuencia en los coches eléctricos que en los coches de combustión tradicionales, motivo por el que diversos estudios ya ofrecen explicaciones científicas al respecto.

 

Más allá de la autonomía de las baterías o el tiempo necesario para recargar, este nuevo síntoma plantea como reto que el cuerpo humano, y en concreto el cerebro, necesita adaptarse a un entorno sensorial al que no está acostumbrado.

Según ha explicado William Emond, doctor especializado en cinetosis, el problema radica en que “el cerebro carece de referencias previas en este tipo de conducción, lo que reduce su precisión al anticipar las fuerzas del movimiento”.

Los coches de combustión emiten sonidos del motor, vibraciones y otras señales físicas que, sin que lo notemos, ayudan al organismo a prever los cambios de velocidad o dirección. Sin embargo, en los coches eléctricos, estas señales son mínimas o inexistentes.

Se trata de una diferencia que genera un conflicto sensorial entre lo que perciben los ojos, el oído interno y el resto del cuerpo, provocando náuseas o desequilibrios en algunos ocupantes.

Este desajuste es más notable en los pasajeros que en el conductor, ya que quien conduce anticipa cada movimiento del vehículo, lo que reduce el impacto neurológico. Por el contrario, quienes ocupan los asientos traseros son más propensos a experimentar mareos, ya que reciben el movimiento sin poder preverlo.

Otro elemento específico de los vehículos eléctricos que contribuye a esta sensación de mareo es el frenado regenerativo, una tecnología que permite recuperar energía al frenar, y que provoca una desaceleración más suave y prolongada, lo que puede alterar aún más la percepción del movimiento.

Así lo ha revelado un reciente estudio en el que los investigadores aseguran que esta tecnología podía “inducir cinetosis”, un problema que, aunque es molesto, no resulta irreversible.

La comunidad científica defiende en este sentido que el cerebro humano puede adaptarse con el tiempo a estos nuevos entornos, una capacidad de habituación que también explica por qué algunos usuarios, tras varios viajes en coche eléctrico, reportan una disminución de los síntomas.

Además, algunos estudios ya trabajan en soluciones prácticas para minimizar el mareo, entre las que destaca la introducción de señales visuales, iluminación adaptativa o sistemas de vibración que ayuden al cuerpo a anticipar el movimiento, especialmente en los vehículos autónomos.

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