La inteligencia artificial (IA) y los coches eléctricos son dos conceptos punteros en un engtrono en el que la movilidad sostenible y la evolución tecnológica están a la orden del día.
La inteligencia artificial (IA) procesa una gran cantidad de datos, lo que permite a las máquinas que la tengan integrada realizar un número importante de toma de decisiones en tiempo real, algo que, llevado a la industria de la automoción, implica que la experiencia de usuario y la seguridad de los ocupantes mejoran cada día gracias a que los vehículos se han convertido en una especie de ordenadores sobre ruedas.
Gracias al procesamiento de la gran cantidad de datos que el coche recibe a través de sensores, cámaras y radares, la IA puede tomar decisiones de forma autónoma y en tiempo real, lo que hace que la eficiencia, la personalización y la seguridad de los coches eléctricos hayan dado un gran paso adelante. ¿
Además, la IA es capaz de analizar cuál es la mejor forma de utilizar las baterías de un coche eléctrico en cada situación para aprovechar de una forma más eficiente su energía, lo que ayuda a que estos tengan una autonomía cada vez mayor, uno de los grandes inconvenientes de este tipo de vehículos.
Por otra parte, la IA permite la integración de redes inteligentes que facilitan la conectividad, de manera que al estar conectado a una infraestructura de red de carga en tiempo real, puede haber una planificación de una ruta en función de los cargadores que hay libres durante el trayecto evitando así los tiempos de espera, en el caso de que otros vehículos estén recargando su batería en los puntos de carga.
Y aunque todavía está en proceso de desarrollo, la IA poco a poco aprende a través de algoritmos complejos cómo se tiene que comportar ante los objetos y señales que se encuentra en la carretera y los múltiples escenarios que pueden surgir cuando un vehículo está en marcha, permitiendo por ejemplo, que el coche ya pueda aparcar por ti sin que tengas que tocar el volante.
El objetivo es que los coches lleguen al nivel cinco de conducción autónoma en el que ya no habrá conductor y los pasajeros se desentenderán de la carretera. Para ello, la IA gestionará de forma autónoma los conocidos ADAS, aunque eso no llegará hasta que se corrijan todos los fallos que, a día de hoy, se siguen registrando.
Así las cosas, la mejora de la IA permitirá recibir comandos de voz cada vez más avanzados sin que el vehículo te diga “no te entiendo”, y si está integrada en los coches eléctricos, se podran priorizar los recursos provenientes de fuentes renovables, evitandonoslas así una sobrecarga de las redes de distribución. De esta forma, se reducirá la huella de carbono que pueda provenir del sector de la automoción.
Además, gracias a la planificación de las rutas en las que se analiza el tráfico y se evitan en la medida de lo posible los atascos, la IA permitirá una reducción de la contaminación al reducir la congestión de los vehículos en una zona; al tiempo que podrá realizar un reconocimiento facial y dactilar para detectar y reconocer quién es el conductor; y en el caso de intento de robo, también podrá impedirlo bloqueando el vehículo.
Las IA más avanzadas podrán realizar además un mantenimiento predictivo del vehículo, comprobando y analizando el estado mecánico y electrónico de las piezas del coche para evitar una avería mayo, y alertando al conductor para que sustituya o arregle una pieza antes de que surja un problema más importante y costoso.
En definitiva, el binomio de la inteligencia artificial y los coches eléctricos están revolucionando el sector de la automoción mejorando la eficiencia, la seguridad y la sostenibilidad; aunque tambien es verdad que todo este proceso todavía está empezando, y aún quedan algunos años hasta que se aproveche el verdadero potencial de esta unión.