Durante años, Toyota ha apostado por los vehículos híbridos y el hidrógeno como alternativas a los modelos 100 % eléctricos. Sin embargo, el avance imparable del coche eléctrico en los principales mercados globales ha obligado a la marca japonesa a acelerar su transición tecnológica, y ahora lo hace a traves de nueva propuesta de desarrollo de baterías en estado sólido, con el objetivo tde poner en el mercado coches eléctricos capaces de recorrer más de 1.000 kilómetros con una sola carga y capaces de mantenerse operativos durante cuatro décadas.
Las baterías de estado sólido se consideran desde hace años la gran promesa del vehículo eléctrico, frente a las actuales de iones de litio, ofreciendo una serie de ventajas como una mayor densidad energética, lo que se traduce en más autonomía con menos peso; menores tiempos de recarga gracias a su capacidad para aceptar potencias más altas; y un nivel de seguridad superior al eliminar el electrolito líquido inflamable. Además, el uso de materiales más estables permite mejorar tanto la vida útil como la eficiencia en producción.
Ahora Toyota quiere ir más allá, hasta el punto de que Keiji Kaita, jefe del área de desarrollo de baterías de la compañía, ha afirmado que uno de los grandes retos que están cerca de superar es el de la longevidad, marcando como el objetivo el de alcanzar una vida útil de hasta 40 años en condiciones reales de uso. En sus propias palabras, esto permitiría que un mismo conjunto de baterías pueda ser utilizado durante generaciones, heredándose de padres a hijos, al igual que ocurre con las viviendas.
Se trata de una apuesta clara por la sostenibilidad y la reducción de residuos, uno de los mayores desafíos actuales del sector, y todo con la idea de que una batería conserve un alto nivel de rendimiento durante 30 o 40 años, algo que no solo representa una evolución tecnológica, sino que además redefine por completo la relación que los usuarios tienen con su vehículo.
Si las actuales baterías pierden progresivamente capacidad con el uso y el paso del tiempo, obligando en muchos casos a su sustitución tras unos 8 o 10 años; el enfoque de Toyota supondría una transformación estructural que incluye menos residuos, menor necesidad de extraer materiales críticos como el litio o el cobalto, y un reparto más eficiente de las emisiones asociadas a su fabricación.
En este sentido, la compañía ha subrayado que esta durabilidad extrema permite reducir de forma notable la huella de carbono total de cada vehículo, ya que al amortizar las emisiones generadas durante la producción a lo largo de décadas, el impacto medioambiental por kilómetro recorrido se reduce significativamente. En palabras de Kaita, “estas baterías no solo serán más duraderas, también serán las más ecológicas que haya conocido la industria”.
Aunque la tecnología de baterías sólidas aún se encuentra en fase de desarrollo, Toyota planea ya introducirlas en un primer momento en modelos de gama alta, donde el coste inicial pueda ser más fácilmente absorbido por el precio final del vehículo. Posteriormente, y a medida que se optimicen los procesos de producción y se reduzcan los costes, la tecnología se expandirá al resto del catálogo.
Se trata de una hoja de ruta que forma parte de una estrategia más amplia de la marca para consolidarse en el mercado de los eléctricos sin renunciar a los principios que han definido su éxito: fiabilidad, durabilidad y eficiencia. De hecho, Toyota ya se distingue en la actualidad por ofrecer algunas de las garantías de batería más extensas del sector, con coberturas que alcanzan los 10 años o hasta 1.000.000 de kilómetros.
Con todo, a día de hoy, producir este tipo de acumuladores a gran escala y con fiabilidad sigue siendo uno de los principales obstáculos técnicos para los fabricantes, y aunque Toyota afirma estar cumpliendo sus objetivos internos, aún queda por ver cómo se comportará esta tecnología una vez salga del laboratorio y entre en las líneas de producción.
En cualqquier caso, esta propuesta de Toyota representa una de las iniciativas más ambiciosas que se conocen hasta la fecha en el ámbito de la electrificación, ya que apostar por baterías que duren tanto como una casa y que además reduzcan su huella ecológica a lo largo de su vida útil, podría marcar un antes y un después en la movilidad eléctrica.
El caso es que con iniciativas como esta de Toyota, el coche eléctrico comienza a parecerse más a una inversión a largo plazo que a un simple producto tecnológico de consumo. Con todo, los primeros modelos en incorporar esta tecnología no llegarían hasta 2028, y eso si se cumplen las previsiones actuales.
