España podría convertirse en breve en uno de los dos países europeos con mayor capacidad de producción de baterías, lo que se traduciría un posicionamiento privilegiado de cara a los que está por venir en el ámbito de los coches eléctricos.
El coste de las baterías supone a día de hoy más del 40 % del precio de los coches eléctricos, motivo por el que parece razonable que no se entienda la fabricación de coches eléctricos sin la de baterías. Ademas, las baterías son muy pesadas, lo que supone que es mucho más eficaz producirlas cerca de las zonas de fabricación de automóviles... todo esto significa que España va a contar mucho en el futuro del coche eléctrico.
Aunque hay al menos dos fábricas más de baterías en camino, una en el País Vasco y la otra en Extremadura, la del Grupo Volkswagen en Sagunto y la recién anunciada por Stellantis y CATL en Aragón, han acaparado titulares estos días, relacionados con las buenas perspectivas del sector en nuestro país.
De momento, Volkswagen no ha hecho pública el tipo de baterías que producirá en su planta, mientras que Stellantis sí lo ha hecho , anunciando que fabricará celdas de litio hierro fosfato LFP, es decir, las unidades básicas que componen las baterías y que se producen en un tipo de industria bastante tecnológica y eficiente.
De esta manera, las baterías LFP anunciadas por Stellantis, aunque técnicamente no son las más modernas, sí podríamos calificarlas como una especie de todoterrenos de las baterías, cuya clave reside en la fabricación de estas celdas. De esta manera, estaríamos ante un tipo de batería multiuso que se caracteriza por ser más resistente, y con apenas efecto memoria, lo que supone que aunque las carguemos muchas veces y en puntos rápidos, la degradación será bastantereducida.
Por otro lado su composición química las hace estables desde un punto de vista térmico, lo que significa que disminuyen el riesgo de que se incendien, algo que tampoco es habitual en el resto de tecnologías, pero en ocasiones ocurre. Ademas, la ausencia de materiales caros hace que sean más baratas de producir.
Así las cosas, este tipo de baterías soluciona dos de los principales problemas de los coches eléctricos: por un lado el precio y por otro el riesgo de estrés térmico.
Con todo, este tipo de baterías cuenta con alguna laguna, entre las que destaca su reducida capacidad, haciendo que la autonomía no sea su principal virtud, un problema menor si se utilizan principalmente en vehículos urbanos y compactos.