La Comisión Europea ha anunciado que en enero de 2025 se abrirá un diálogo con el sector del automóvil para revisar la estrategia del coche eléctrico, con el objetivo de, repensar el camino emprendido y analizar si hay que apostar por nuevas tecnologías combustibles.
Según ha explicado la propia Von der Leyen, dado que esta industria es "crucial para la prosperidad de Europa" este nuevo diálogo incluirá numerosos aspectos a tratar; y entre los puntos clave, ha destacado que la Comisión Europea apoyará "la descarbonización del sector" pero con "un enfoque tecnológico abierto", algo que podria suponer un cambio en las políticas marcadas por Bruselas hasta el momento.
De hecho, la Comisión Europea se mostraba hasta ahora inflexible en aspectos clave para la descarbonización como la fecha límite de 2035 para la comercialización de coches nuevos que expulsen emisiones por el escape, aunque los fabricantes no cumplirán con las emisiones que obliga Bruselas en 2025 y han pedido suavizar la norma.
Otro apartado que, hasta ahora, parecía intocable es la normativa Clean Air for Europe (CAFE) por la que los fabricantes deben cumplir en 2025 una media de emisiones de 93,6 gramos de CO2 o, de lo contrario, deberán pagar multas millonarias; y es aquí donde surge una de las primeras grandes polémicas, ya que estas obligaciones abocan principalmente a un futuro con el coche eléctrico prácticamente como única solución.
Sin embargo, este tipo de coche no está teniendo la demanda esperada en el viejo continente, y de hecho, en lo que llevamos de 2024, la cuota del eléctrico en Europa es menor que la del año pasado. En concreto, se sitúa en el 13,4 %, frente al 14,2 % de 2023, según datos de ACEA, la patronal europea de los fabricantes. Por ello, ante esa baja demanda, los fabricantes ya han dicho a la UE que no van a cumplir con esta normativa de emisiones de 2025.
Además, también han advertido de que si se ven obligados a cumplir, esto se traducirá en dejar de producir dos millones de coches y un posible cierre de alrededor de ocho fábricas en Europa, una medida que de llevarse a cabo podría suponer el despido de entre 40.000 y 80.000 trabajadores.
En concreto, el Partido Popular Europeo (PPE) ha solicitado, en una declaración emitida este mes de diciembre, "una revisión de la prohibición de los motores de combustión interna, un enfoque tecnológicamente neutro para fomentar la innovación y medidas temporales de alivio para ayudar a los fabricantes a evitar ser penalizados; además de un impulso para la expansión más rápida de infraestructura de vehículos eléctricos".
El siguiente paso ha sido el que ha dado la Comisión Europea, con Von der Leyen a la cabeza, que comenzará en enero del 2025 un diálogo con la industria del automóvil "con vistas a proponer e implementar rápidamente las medidas que el sector necesita con urgencia". En este sentido, Von der Leyen ha afirmado que "la industria del automóvil es un orgullo europeo y es crucial para la prosperidad de Europa. Impulsa la innovación, sustenta millones de puestos de trabajo y es el mayor inversor privado en investigación y desarrollo. Cada sector tiene necesidades únicas y es nuestra responsabilidad diseñar soluciones que sean limpias y competitivas. Tenemos que apoyar a esta industria en la profunda y disruptiva transición que tenemos por delante".
Se trata de un diálogo formado por fabricantes, proveedores de infraestructura, sindicatos y asociaciones; del que se informará al Consejo y al Parlamento Europeo y del que saldrá una nueva estrategia para la Unión Europea que permita gestionar los distintos desafíos.
En el sector se espera que haya una rebaja de la normativa CAFE para que las restricciones no sean tan drásticas en 2025 y que, de esta manera, la foto del próximo año se pudiera retrasar uno o dos más para así afianzar su cumplimiento.
Además, también podría ocurrir que la UE fomentara la adopción del vehículo eléctrico con ayudas europeas iguales para todos los países y que, además, no sólo se apostara por la tecnología del vehículo enchufable, sino que se abriera la puerta a otras tecnologías como pudieran ser los biocombustibles o los combustibles sintéticos.