Por el momento, los conductores de coches eléctricos no pagan un impuesto especial a la hora de recargar la batería de su vehiculo, ya sea en casa o en un punto de carga pública. Sin embargo, parece que esto cambiará más pronto que tarde, para desgraciándonos de los sufridos usuarios.
El caso es que parece que en 2025 se implementará el primer impuesto sobre la carga de coche eléctrico, y esto podría ocurrir en el estado de Wisconsin, en Estados Unidos, donde de la misma manera que sucede al repostar con un coche de gasolina, quien cargue un coche eléctrico tendrá que pagar un impuesto especial.
Así las cosas, el Departamento de Hacienda de de este Estado tiene previsto apliuar un nuevo impuesto especial sobre la carga de vehículos eléctricos, que entrará en vigor el 1 de enero de 2025.
Este impuesto especial, que será de 3 centavos por kWh se aplicará a la “electricidad entregada o colocada en la batería u otro dispositivo de almacenamiento de energía de un vehículo eléctrico por un cargador de nivel 3, o un cargador de nivel 1 o nivel 2” instalado a partir del 22 de marzo de 2024.
El nuevo impuesto se aplicará a los puntos de carga, sean accesibles o no al público, y se cobre o no por su uso. Es decir, Wisconsin acabará con los pocos cargadores públicos gratis que una empresa pueda tener para atraer a sus clientes, como es el caso los hoteles; aunque parece que el impuesto no se aplicará a los cargadores instalados en los domicilios.
Se trata de un impuesto no muy elevado, especialmente si lo comparamos con los impuestos sobre la gasolina en este Estado, que son de 9 centavos por litro. De esta manera, una carga de 60 kWh supondrá pagar 1,80 dólares más, lo cual no parece demasiado, aunque nos sitúa frente a un futuro en el que si los coches gasolina desaparecen, también lo harán los ingresos asociados al consumo de combustible que recaudan las autoridades locales o nacionales.
En España, Comunidades Autónomas y Gobierno Central recaudan alrededor de 25.000 millones de euros al año en total en concepto de impuestos asociados a la gasolina y al diésel, una recaudación que sirve para el mantenimiento de las infraestructuras viarias, el transporte público y otras políticas energéticas, y que tendrá que salir de otro lado si, a partir de 2035, en Europa sólo pueden llegar al mercado coches eléctricos.