El cambio al coche eléctrico a medio y largo plazo parece inevitable, y son muchas las claves para que la mayoría de los especialistas se expresen en este sentido. Por una parte, la Unión Europea ha fijado un nivel máximo de emisiones de CO2 de 95 gr/km, y resulta tan estricto que ni siquiera es alcanzable con modelos híbridos convencionales, de manera que los fabricantes tienen que escoger entre pagar suculentas multas o invertir ese dinero en desarrollar y vender modelos eléctricos e híbridos enchufables.
En los concesionarios, el panorama también va a cambiar, y las órdenes a los comerciales podrían ser dentro de poco tratar de vender, al menos, entre un 5 % y un 10 % de estos modelos, como sea. Y
En principio, la ley de los 95 gramos pretende ser tecnológicamente neutra, lo que significa que impone el requisito reducir las emisiones de CO2, pero no un camino a seguir. Es decir, los fabricantes pueden escoger la tecnología que prefieran, y la idea es que eso garantice que se imponga la alternativa más rentable y eficiente; es decir, la que ofrece la mayor reducción de CO2 con el mínimo coste.
Opciones como los biocombustibles o el hidrógeno, que en el fondo es otra clase de vehículo eléctrico que obtiene su electricidad a partir del hidrógeno en lugar de emplear una batería, serían capaces de reducir considerablemente el CO2 pero, con excepción del bioetanol, aún no están lo suficientemente maduras. La UE pretende conseguir para 2025 una reducción del 15 % respecto del objetivo de 2021 y del 37 % para el año 2030, lo que representa reducir el umbral de emisiones medias al menos hasta los 59 gramos de CO2 por kilómetro.
Si no se produce un giro radical e inesperado de las circunstancias, los coches eléctricos son la única solución posible, pero es que además de esto, ofrecen otras importantes ventajas como el ahorro de combustible, ya que es posible recorrer 100 km por unos dos euros. Y todo esto a parte de las ayudas oficiales y otros privilegios como entrar en las zonas de bajas emisiones, aparcar sin pagar parquímetro o usar los carriles de alta ocupación.
Además, estos vehículos son más silenciosos, confortables y fáciles de conducir que uno convencional; y sus gastos de mantenimiento son prácticamente nulos, ya que ni siquiera suele ser necesario cambiar las pastillas de freno, ya que el freno hidráulico apenas se usa.
La fiabilidad es otro argumento potente, ya que la mecánica de los eléctricos es sencilla y fiable.