Muchas personas se plantean adquirir un coche eléctrico, pero como sucede con cualquier novedad tecnológica, dar el paso suscita dudas. Para solucionar este dilema, un capítulo de la Guía Peugeot del coche electrificado se ha centrado en la conducción de un automóvil eléctrico, para mostrar las diferencias entre conducir un modelo convencional de otro con motor de combustión.
En los aspectos básicos de la conducción no hay mayores diferencias, pero sí existen muchos matices que hacen que la experiencia se convierta en algo muy diferente. La tecnología eléctrica ofrece versatilidad y algunas ventajas que consigue poner de acuerdo a todo tipo de conductores. Estas son:
- Silencio y ausencia de vibraciones
Lo primero que llama la atención a todo el que lo prueba es la ausencia de ruidos. Estamos tan acostumbrados a la sonoridad y vibraciones que provoca un motor de combustión que funciona por la explosión controlada de combustible, que desplazarse en calma y silencio nos traslada a otra dimensión en la conducción. La definición de confort gana muchos enteros en un coche eléctrico, sencillamente por la ausencia de ruido y vibraciones.
- Una conducción suave y fluida
La mayoría de los coches eléctricos no tienen caja de cambios ni embrague, ya que no la necesitan por la forma en la que el motor entrega su empuje. Esto hace que para el usuario, y más para quien haya conducido un coche con cambio automático, todo sea más fácil y que solo haya que centrarse en dos pedales: acelerador y freno. Como con un coche que cambia de marcha de forma automática, este funcionamiento resulta mucho más cómodo, sobre todo en ciudad o circulando en tráfico denso, con constantes cambios de velocidad. Además, en el coche eléctrico todo es más fluido porque no hay tirones ni la más mínima variación de empuje entre marchas, y al no tener caja de cambios ni embrague, reduce el coste de mantenimiento y aumenta la fiabilidad, al eliminar dos componentes que sufren desgaste.
- Un empuje sorprendente
Toda la potencia está disponible desde el primer instante, en cuanto pisamos el acelerador. Una de las labores de los ingenieros ha sido dosificar esa entrega de fuerza y el conductor ha de acostumbrarse a la inmediatez de la respuesta. Si queremos disfrutar de prestaciones puras, el coche eléctrico nos va a sorprender, pero si queremos alargar la autonomía y contener el gasto de energía, debemos dosificar el acelerador o dejar que la tecnología trabaje por nosotros, seleccionando un modo de conducción que prime la suavidad y el bajo consumo energético.
- Muchos coches en uno
Un motor eléctrico es mucho más modulable que uno de combustión y puede ofrecer caracteres diferentes, desde el más deportivo al más sosegado. Estos vehículos suelen contar con varios tipos de conducción: Eco, Normal, Sport..., que nos permiten disfrutar de diferentes personalidades y ayudan a sacar el mejor partido posible a su motor y batería. El primero prioriza diferentes elementos para conseguir el mínimo gasto de energía y optimizar la autonomía, el intermedio busca el equilibrio y el confort óptimo para un uso diario, y el modo Sport da prioridad a las prestaciones y sensaciones.
- Frenar con el acelerador
Los coches eléctricos incorporan un sistema de recuperación de energía, de forma que parte de la energía que se libera en la frenada por el rozamiento se recupera y canaliza a las baterías. De igual forma, la retención del motor eléctrico hace la misma función. Estos sistemas son tan efectivos que un buen conductor de vehículo eléctrico que sepa anticipar los momentos de recuperación de energía será capaz de ampliar su rango de autonomía y economizar el gasto energético.
- Un comportamiento más neutro
Los coches eléctricos pesan más que sus equivalentes de combustión por la masa de las baterías; pero al ir instaladas en el suelo del coche, tienen un centro de gravedad muy bajo, y al no disponer de un motor pesado sobre el eje delantero, el reparto de pesos entre ejes está más equilibrado. Para el conductor esto se traduce en una mayor seguridad, con una gran nobleza de reacciones, un carácter neutro al tomar las curvas y una gran sensación de aplomo a cualquier velocidad.
- Una conducción más sostenible y amable
Por su modo suave, fluido y silencioso de funcionamiento y por sus características de autonomía, tiempo e infraestructura de recarga, los coches eléctricos nos empujan a realizar una conducción más eficiente. Se trata de una ventaja adicional a la ecología, un factor que la gran mayoría de los usuarios agradece al adoptar costumbres de conducción mucho más ecológicas, civilizadas y amables.
- La autonomía
La forma en la que conducimos un eléctrico afecta a su autonomía. Aunque en la actualidad la autonomía cubre las necesidades semanales de la mayoría de los usuarios, hay que realizar una planificación a la hora de realizar un viaje o si vamos a realizar mucho kilometraje lejos de nuestro punto de recarga habitual. Las claves en este sentido pasan por localizar los puntos cercanos y poder pagar la recarga en ellos.