De todos es sabido que el principal coste de un vehículo eléctrico en su producción es su batería, que puede llegar a suponer hasta el 40 % del total, de manera que mientras los costes de producción de las baterías no se reduzcan, no se producirá el esperado “sorpasso” de precios entre los cohes eléctricos y los de combustión.
En cualquier caso, la curva de precios de los coches eléctricos arrastra una curva descendente de forma continua, algo que coincide con el hecho de que la curva de los precios de los vehículos con motor térmico está subiendo de forma imparable, hasta alcanzar el 8 % en el último año.
La inflación, las cada vez más restrictivas normas anticontaminación y el aumento de los costes tecnológicos en el desarrollo de los coches nuevos tienen mucho que ver en ello, por lo que el precio de los eléctricos sigue todavía muy por encima de los coches diésel y gasolina. La pregunta es ¿hasta cuándo?...
Pues bien, la respuesta parece ser el año 2025. Se supone que para entonces los costes de las baterías se habrán reducido y será ahí cuando comprar un vehículo eléctrico merecerá la pena, en lo que coste de adquisición se refiere. Así lo ha vaticinado el CEO de Volvo, Jim Rowan, y lo apuntó en su día el ya cesado presidente del Grupo Volkswagen, Herbert Diess.
Que la confluencia de precios entre los dos tipos de vehículos se produzca este año tiene varias razones de ser. De entrada, en lo que concierne al coche eléctrico, tendrá mucho que ver que el desarrollo de baterías se optimice, de manera que parece claro que los futuros coches eléctricos tendrán baterías más pequeñas que hasta ahora, pero serán más eficientes y permitirán recorrer más kilómetros.
Se dice que la barrera de los 100 dólares por kWh será la que marque este punto de inflexión; y a día de hoy, la media ronda los 120 dólares/kWh, aunque algunos ya anuncian que en 2026 se espera incluso que la cifra baje considerablemente por debajo de los 100.
Todo esto hay que cogerlo con pinzas, ya que la escasez de materiales y el cuello de botella en las minas podría provocar que esta tendencia se estanque, al tiempo que los grandes fabricantes automovilísticos ya se están asociando con empresas mineras para cubrir sus producciones.
Mientras tanto, con el 2035 como fecha límite para dejar de vender vehículos con motor térmico, ya se especula que la situación actual terminará por una moratoria para esta prohibición sobre los coches diésel y gasolina. De hecho, el propio Comisario de Mercado Interior de la Unión Europea, Thierry Breton, ha instado a los fabricantes de automóviles a que mantengan la producción de coches diésel y gasolina a medida que se acelera el proceso de transición hacia el vehículo eléctrico.
Y es aue parece que para Breton, resulta “clave” mantener “vivo” el coche térmico para generar empleos de calidad y seguir con el ritmo actual de exportaciones.