Con el objetivo de superar los lentos tiempos de carga de las baterías convencionales de iones de litio, los científicos del Instituto Avanzado de Ciencia y Tecnología de Japón, han desarrollado un nuevo material de ánodo que permite una carga ultrarrápida, sin que esto afecte a la vida útil de la batería.
Producido a través de un enfoque simple, ambientalmente racional y eficiente, que implica la calcinación de un polímero de base biológica, este nuevo material retiene la mayor parte de su capacidad inicial durante miles de ciclos.
Los resultados de este estudio servirán para allanar el camino para la fabricación de baterías de carga rápida y duraderas para vehículos eléctricos, ya que los científicos japoneses han sido capaces de estabilizar el polímero en cuestión hasta 800 grados centígrados.
Gracias al bencimidazol, los investigadores han construido un ánodo de carbono con un alto contenido de nitrógeno, presente en un porcentaje récord del 17 %.
Para comprender este avance, hay que tener en cuenta que el movimiento de los iones de litio dentro de las celdas se puede incrementar, aumentando la distancia entre las capas de carbono del ánodo. Para conseguirlo, se emplean materiales como el nitrógeno, aunque esto hace que el proceso sea difícil de controlar, a lo que se une que els porcentajes son generalmente muy bajos y no se superan determinados resultados.
Ahora, desde Japón y de la mano de los benzimidazoles, ha sido posible aumentar el nitrógeno presente y, con él, la distancia entre las capas de carbono, logrando una velocidad de recarga más rápida.
Para probar el descubrimiento, los investigadores han desarrollado medias celdas y celdas completas, sobre las que han realizado experimentos de carga y descarga con resultados bastante alentadores, de modo que el ánodo ha garantizado un movimiento muy rápido de los iones de litio, y tras 3.000 ciclos retuvo el 90 % de sus capacidades iniciales.
La ventaja aportada por este estudio se basa en que demuestra que el polímero de base biológica se puede producir mediante emisiones de carbono, aprovechando al máximo el impacto ambiental de los métodos de construcción de este tipo de células,.
Según los investigadores nipones, este descubrimiento podría encontrar aplicación no solo en el en el ámbito del coche eléctrico, sino también en el de la electrónica de consumo.