El progresivo avance del coche eléctrico comenzará a reducir el consumo global de gasolina y de diésel antes de que termine esta década según defienden desde el Bank of America, que calcula que el pico global de demanda de carburantes de automoción llegará entre 2028 y 2030, unas previsiones que van en la misma línea que otras difundidas recientemente por BloombergNEF o la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
Según el estudio recientemente publicado por la entidad financiera estadounidense, “el impacto del vehículo eléctrico será insuperable”, a lo que se añadirá otra circunstanmcia, aunque menor, que tendrá que ver con la sustitución de automóviles más antiguos e ineficientes por otros, también de combustión, pero más modernos y con menor gasto.
Así las cosas, en 2023, la demanda global de gasolina crecerá en 450.000 barriles diarios, un aumento que el Bank of America ve muy improbable que vaya a prolongarse en el tiempo, ya que, según apuntan sus técnicos, “la adopción global del coche eléctrico alcanzó el 14 % el año pasado y nuestras estimaciones apuntan a que ese ritmo se va a acelerar a medio plazo, provocando un pico en la demanda de gasolina en 2030”.
Según ha confirmado a el diario El País el jefe global de materias primas y derivados de la segunda entidad occidental por capitalización y por activos, Francisco Blanch, esta fecha se probablemente se adelantará a un momento indeterminado “entre 2028 y 2030″, de manera que por mucho que haya quienes se resistan a verlo, el mundo del transporte se acerca a una auténtica revolución que sacudirá los cimientos de la energía, tal como hoy la conocemos en la actualidad.
En este sentido, según ha apuntado Blanch, “el transporte se está desvinculando del petróleo relativamente rápido, y lo que hoy estamos viendo en coches pronto lo veremos en autobuses”, para añadir que “estamos ante un giro enorme, un cambio total de paradigma: los concesionarios europeos acumulan retrasos de entre 8 y 12 meses de espera por los eléctricos, y eso lo que quiere decir es que hay mucha demanda por parte de los conductores”. Y eso, según el experto, es solo el principio, ya que “en la mentalidad del consumidor algo ha empezado a cambiar”.
De esta manera, la irrupción del coche eléctrico será especialmente acelerada en China, donde ya son el 27 % de los nuevos vehículos comercializados, y en Europa (23%), pero poco a poco irá ganando terreno en todo el globo, y de cumplirse los pronósticos del Bank of America, la actual penetración del 14 % a escala global se disparará hasta el 38 % a finales de la década, lo que ocasionará un cambio radical en las cadenas de suministro energéticas, con un paulatino declive de los combustibles fósiles en favor de la electricidad.
En este sentido, las cifras aportadas en el estudioo apuntan a que el pico de demanda de combustibles se producirá cuando el 20 % de los coches nuevos vendidos en todo el mundo sean eléctricos; de forma que en el informe del banco neoyorquino puede leerse que “la tendencia es muy clara, y el aumento en las ventas estabilizará la demanda de combustibles para el transporte a medio plazo. En cambio, la senda no tiene que ser necesariamente lineal, y la velocidad de la transición dependerá de la disponibilidad de materiales escasos, como el litio, el cobalto o el cobre”.
En 2030, de cumplirse el escenario de cero emisiones netas en el ecuador de esta década, este desplazamiento debería rondar los 7 millones de barriles diarios, una cifra considerable, teniendo en cuenta que hoy, el consumo total mundial ronda los 100 millones de barriles. Se trata de un giro no ha hecho más que empezar, sobre todo en las economías avanzadas, donde el mayor poder adquisitivo permite a sus ciudadanos afrontar con mayor facilidad el sobrecoste que todavía supone apostar por un vehículo a pilas.