Elon Musk estaría trabajando en una nueva batería que utiliza manganeso para solucionar la actual crisis de materias primas que atenaza a la industria, una crisis inevitable por las escasas reservas de estos materiales en la Tierra y por el aumento de la fabricación de coches eléctricos, que ha disparado los precios en los mercados internacionales, y que ahora se ha acelerado aún más por la invasión rusa de Ucrania.
Así las cosas, Musk ha admitido que es imposible que el coche eléctrico siga su camino sin que se cambie la tecnología de baterías, ya que según él, se necesitan 300 teravatios-hora en producción de células de batería para poder realizar una transición.
Aunque su plan se olvida de otras soluciones más lógicas y menos contaminantes como los motores de hidrógeno, Musk defiende que es imposible continuar por este camino de crecimiento sin encontrar antes una alternativa sólida a las baterías actuales que garantice la producción. Así las cosas, este visionario cree que “hay potencial interesante en el manganeso”, un metal de los elementos de transición que, al contrario que el litio, es muy común en la Tierra, al estimarse que hay 1.500 millones de toneladas de manganeso en el mundo, contra los 73 millones de toneladas de litio.
La estimación es que haya un déficit de 5.000 toneladas en 2022, mientras los expertos aseguran que necesitaremos 20 veces el nivel de producción actual durante los próximos 10 años. Así las cosas, en 2040 no habrá más litio que extraer y, aunque reciclemos absolutamente todas las baterías de litio del mundo mientras seguimos excavando o extrayéndolo de sales diluidas en la Tierra con un alto coste contaminante, sólo llegaríamos al 2100 antes de la crisis.
Además de la escasez de éste y otros materiales necesarios para las baterías, la invasión rusa de Ucrania ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de las potencias occidentales en la producción de bienes de consumo, ya que el litio viene en gran parte de China y Rusia también es uno de los grandes productores, dominando además la producción de otro metal fundamental en las baterías: el níquel.
En consecuencia, las represalias occidentales impuestas al país invasor han disparado su precio en los mercados internacionales, con un salto de más del 30 % en solo un día, lo que representa un nuevo récord sin precedentes. Se calcula que Rusia tiene el 10 % de todo el níquel de mundo, un metal que también es muy escaso, con sólo 89 millones de toneladas.
Así las cosas, el efecto de la geopolítica se ha incrementado a la hora de acceder a estos nuevos metales, que se han convertido en el nuevo petróleo, y que Putin ahora utiliza junto con el gas para presionar a Europa.
Ya existen baterías que utilizan manganeso, un material que no es nuevo, pero el propio Musk no ha puesto fecha a esta tecnología, limitándose a decir que, por el momento, imagina que “se centrará en la química a base de níquel para vehículos de mayor alcance y fosfato de hierro para vehículos de menor alcance”.
El grafeno tampoco parece una solución, porque los chinos lo tienen totalmente sus manos, ya que entre un 70 y un 80 % de la producción mundial de grafito se produce en China. De hecho, el 100 % del grafito natural usado en la baterías de ión de litio viene de China.
De esta manera, y siguiendo la reflñexión de el creador de Tesla, o cambiamos de filosofía en el desarrollo de los coches eléctricos o llegaremos al fin del camino antes de lo que nadie piensa, y la única alternativa actual son los vehículos eléctricos de hidrógeno, que en los últimos años ha sufrido una evolución espectacular que los aproxima día a día al precio de los combustibles fósiles, y al objetivo de la contaminación cero.