Nadie duda que los coches eléctricos son el futuro de la automoción, pero tampoco que más autonomía, mejores tiempos de recarga y unos precios más asequibles serían la única manera de que se implantara definitivamente en todo el mundo. En la carrera para conseguir estas prestaciones, destaca el desarrollo, cada vez más adelantado de una nueva y necesaria tecnología: las baterías de estado sólido, que además son más seguras y potentes que las de iones de litio.
Así las cosas, el gigante automovilístico japonés Toyota, ha anunciado recientemente un avance prometedor: en 2027 podría estar fabricando a gran escala baterías con esta tecnología, que permitirá una autonomía de 1.200 kilómetros con un tiempo de recarga de 10 minutos.
La diferencia principal entre estas baterías y las usadas en los coches eléctricos actuales es la naturaleza del electrolito, ha explicado Alexandre Ponrouch, investigador del Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona, donde lidera un proyecto europeo para desarrollar baterías más seguras y resistentes.
En las baterías de iones de litio, más comunes, los electrodos están inmersos en un líquido conductor, kentras que en las de estado sólido, como su nombre indica, los une un material sólido, que puede ser de distintas naturalezas. Se trata de un salto que permite mayor seguridad, ya que cuando se sobrecalienta, el líquido se puede inflamar.
Además, según Ponrouch, el estado sólido permite una mayor densidad de energía, por lo que su potencial es fácilmente comprobable, por lo que las grandes compañías automovilísticas están invirtiendo en su desarrollo, ya sea directamente o a través de colaboraciones.
De acuerdo con un informe de la consultora Fact MR, el mercado de las baterías de estado sólido tiene un valor de unos 108,7 millones de euros en la actualidad; mientras que en 10 años, sestará por encima de los 1.300 millones de euros.
En este sentidom desde la patronal española de fabricantes de automóviles Anfac, señalan que “la tecnología ofrece avances que permiten saltar barreras”, y como la batería de estado sólido tiene más densidad energética con las mismas celdas que las actuales de ion litio, los constructores defienden “que en el mismo espacio para la batería se eleva la autonomía con una sola carga”, lo que también permite, si se reduce el número de celdas, contar con un mayor espacio para pasajeros y carga.
Parece que Toyota lidera este desarrollo de innovación, y desde la empresa defienden que han realizado un avance rompedor para resolver los problemas de durabilidad, encontrando una solución a la cuestión de los materiales que permitiría que un vehículo eléctrico pueda ser propulsado por una batería de estado sólido con un alcance de 1.200 kilómetros y un tiempo de recarga de 10 minutos.
La compañía japonesa afirma haber reducido el número de procesos requeridos para hacer los materiales de las baterías, de forma que el coste de estas podría reducirse hasta asimilarse al de las líquidas de litio. Estas se producen de forma muy barata y rápida, lo que las hace más competitivas económicamente.
De cualquier manera, los expertos en la materia, afirman que ahora están centrados en buscar nuevos materiales; siendo el principal cuello de botella de la producción de baterías estos materiales producidos a gran escala que usan casi exclusivamente materiales calificados de “críticos”, como grafito, litio, cobre, cobalto o níquel.
De acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la demanda de baterías de litio creció un 65 % en 2022, en gran medida por el estirón del coche eléctrico, que supone el 60 % de la demanda total de litio, el 30 % de la de cobalto y el 10 % de la de níquel. Hace cinco años, esas cifras eran muchísimo menores: del 15 %, el 10 % y el 2%, respectivamente.
Las alternativas al litio, sin embargo, están creciendo a toda velocidad, sobre todo en China, que concentra gran parte de las cadenas de suministro de las baterías de ion de sodio. De hecho, el Tribunal de Cuentas de la UE ha advertido de que la falta de materias primas y la competencia de Estados Unidos amenazan la producción europea de baterías.
Así las cosas, las baterías de base sólida pueden suponer el impulso que la industria necesita para la transformación inevitable del parque automovilístico; y si Toyota consigue producirlas en las condiciones que ha anunciado, adelantando a las pujantes empresas chinas, “será una revolución, porque es algo que la industria ha esperado mucho tiempo”, han explicado desde la compañía, convencidos de ser capaces de alcanzar el hito.