Noruega dejará de fabricar coches de combustión en menos de un año

Noruega dejará de fabricar coches de combustión en menos de un año

El coche tradicional en Noruega parece estar acabado, debido a un ventajoso sistema de incentivos fiscales diseñado por el gobierno, a lo que hay que sumar un parque automovilístico pequeño para una población de apenas 5.300.000 habitantes, con una riqueza acumulada muy alta.

 

No se trata de un modelo replicable, pero si de un modelo de éxito en el que los vehículos sin ningún tipo de electrificación representan a día de hoy apenas un 10 % de la cuota de mercado, y a solo diez puntos por debajo del año anterior.

El pasado mes de julio bajaron en este país por primera vez de las 1.000 unidades, de manera que si la tendencia se mantiene como hasta ahora, Noruega podría vender su último coche de combustión en abril del año que viene, lo que excedería las previsiones más optimistas del gobierno más optimista del planeta en materia de coches eléctricos.

De hecho, hace solo algunas semanas, Noruega se fijaba 2025 como fecha límite para amortizar los motores de combustión, y aunque no era una prohibición como tal, sí era una recomendación encarecida.

Por supuesto, se seguirán vendiendo coches convencionales más allá de abril de 2022, pero sus cifras serán ya marginales, siempre teniendo en cuenta que gran parte de los vehículos "electrificados" vendidos hoy son "hibridados", es decir, coches de gasolina que cuentan con pequeñas baterías eléctricas, pero que siguen requiriendo de combustible para funcionar.

De esta manera, la caducidad del coche convencional está fuera de toda duda, ya que en la actualidad nada menos que 14 de los 15 automóviles más vendidos en el país, son completamente eléctricos.

Noruega ha llegado a este punto exonerando a los EV de cualquier tipo de carga fiscal durante años, en los que este tipo de vehículos han podido circular por las autovías, puentes y túneles sin pagar peaje; aparcar gratis en el centro de las ciudades; o ahorrar múltiples impuestos relacionados con la importación o la circulación.

Gracias a esta fuerte apuesta. las preferencias del consumidor han cambiado el mercado, y mientras que en España un EV sigue siendo una inversión arriesgada, en Noruega lo es mucho más uno de combustión.

Además, las gasolineras de este país se encuentran en un progresivo proceso de transformación a electrolineras, y como ejemplo, Noruega es importante no tanto porque sirve como modelo para otros países más grandes y menos ricos, sino porque ilustra hasta qué punto la transición puede ser más rápida de lo que la industria y los gobiernos creen.

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