Europa va a apostar porque las ayudas indiscriminadas al coche eléctrico empiecen a reducirse y a aplicarse con más sentido común de lo que se ha venido haciendo hasta ahora en algunos países miembros. De esta manera pretende poner coto a los abusos de algunos Estados miembros, que estarían perjudicando a todos. La idea no pasa abandonar estas ayudas, ya que esto impediría crecer y alcanzar las cifras planificadas, pero si por modular su adjudicación y acompasarla en todo el viejo cotinente.
En Noruega acabaron con las ayudas y no pasó nada, mientras que en Alemania las suprimieron por sorpresa, y en Francia están manteniendo estrategias distintas para proteger su industria. En el caso de España, se teme que llegue la tendencia, lo que haría que el sector fuera a peor.
Cuenta el diario digital The Objective que en Alemania, por cuestiones de mercado y planificación medioambiental, se encontraron con una situación inédita, teniendo en cuenta que el mercado germano es un emisor de vehículos usados reconocible, y que muchos compradores vendían sus vehículos con seis meses de uso, después de ser financiados con ayudas, obteniendo así un beneficio.
Algunos, incluso los almacenaban sin circular con ellos, y los enviaban como seminuevos a países limítrofes, donde eran más caros, obteniendo como resultado que las ayudas se convertían en beneficio neto para los que las recibían, ya que convertían el asunto en un negocio personal y legal, a partir de la salida de las carreteras alemanas de vehículos financiados por el estado.
Las firmas locales, Porsche, Mercedes, BMW, Audi y Volkswagen son las preferidas por los conductores germanos, y sus modelos de batería salen con mayor avidez de los concesionarios.
Por contra, en Francia no parecen estar por la tarea de ayudar a todo lo que no provenga de sí mismos, de manera que apuestan por protege a su industria, y sin poder poner un muro a la llegada de eléctricos chinos baratos, lo que van a hacer es no ayudarles. De esta manera, en el país galo acaban de dejar de recibir ayudas los coches eléctricos de marcas que no sean francesas o firmas no francesas que no fabriquen en Europa. La idea es proteger los vehículos del Grupo Renault, del que el Estado francés es accionista, y de Stellantis, que alberga a Citroen o Peugeot, entre otras marcas.
Otra cosa es el hecho de que si usamos coches eléctricos, es para contaminar menos, sin embargo la Federación Europea para el Transporte y el Medioambiente han estimado que en la producción china se contamina más del doble que en el viejo continente, por lo que van a empezar a exigir un certificado de cumplimiento en el que se incluyan parámetros como el transporte, el país de origen, el impacto medioambiental en el montaje, los materiales usados, o el tipo de componentes de sus baterías; de manera que si se aplica la regla en una escala de hasta 80 puntos, en la que han de aprobarse al menos 60, prácticamente todos los coches traídos de fuera de la Unión Europea quedarían excluidos.
Los expertos calculan que esta medida afectará a un tercio de las ventas de coches que se venden en la actualidad en Francia; ya que estos vehículos costarán de golpe unos 7.000 euros más.
En España el coche eléctrico lleva años de retraso con respecto a los países de su entorno, de manera que si en 2022 las cifras de ventas se quedaron en poco más del 3,9 % del total de coches vendidos, este año van a crecer hacia el entorno del 7 %, lo que supone un crecimiento relativo respetable, pero que sigue quedando muy lejos de las cifras de Francia, Alemania, o incluso Portugal, que el año pasado marcó un registro del 11,4 % de su mercado.
En nuestro país se ha prorrogado el Plan MOVES que estará en vigor hasta julio de 2024, pero la idea es que a partir de esa fecha se reinicie el programa con otros condicionantes. Por el momento, solo hay propuestas, y es bastante posible que las cantidades vayan alineadas con las tipologías de los vehículos y precios.
Mientras tanto, desde la industria han solicitado que estas ayudas lleguen de manera inmediata en el momento de la compra, ya sea en forma de ayudas instantáneas o rebajas en el IVA. En la actualidad, las ayudas se solicitan durante la operación, el comprador financia al gobierno y paga la totalidad, y luego espera a que la ayuda llegue después de muchos meses. Pero esto no es lo peor, ya que esas ayudas se consideran un incremento en los ingresos, y hay que tributar como si ese dinero se hubiese ganado, lo que las reduce de facto.