Un grupo de científicos alemanes han creado un inversor de corriente que ampliará la autonomía de los coches eléctricos en un 6 %, un aumento del rendimiento que, según sus inventores, tendrá un "gran impacto" en la eficiencia de estos vehículos.
Desarrollado por el Instituto Fraunhofer para la Fiabilidad y la Microfabricación (Fraunhofer IZM), este inversor de corriente será mucho más eficiente en la conversión de la corriente continua que viene de las baterías a la corriente alterna que necesita el motor eléctrico del coche para operar, ya que expuestos a un gran flujo de energía, la eficiencia en los inversores de corriente de los vehículos eléctricos es fundamental, teniendo en cuenta que cuanto mayor sea la eficiencia, menor es la pérdida energética.
Este inversor de corriente denominado proyecto SiCeffizient, utiliza varias técnicas para conseguir este objetivo sin disparar los costes de fabricación.
El director del proyecto Eugen Erhardt ha explicado que el inversor está todavía en proceso de desarrollo y ha asegurado que esta optimización del grupo motopropulsor extenderá el rango de los coches eléctricos en hasta un 6 % cuando esté en producción.
En los próximos meses, lo probarán con su socio de proyecto, la multinacional tecnológica Bosch, y tras la prueba y el proceso de optimización de la fabricación en masa, Porsche será la primera compañía en incorporar este nuevo inversor de corriente a sus deportivos.
El equipo de investigación utiliza carburo de silicio (SiC) para la fabricación de los transistores que componen el SiCeffizient, un material es extremadamente eficiente, y de hecho, es el material que otros ingenieros están usando en los circuitos de los 'rovers' que en el futuro llegarán a la superficie infernal de Venus.
La fuerza crítica del campo eléctrico del SiC, el punto en que un material empieza a conducir electricidad de forma incontrolada, su altísima conductividad termal, que hace que el calor generado pueda ser disipado con una velocidad solo igualada por el diamante, y la baja concentración intrínseca de portadores térmicos de carga a temperatura ambiente, que evita que el aumento de temperatura interfiera con el flujo de electrones, hacen del carburo de silicio el material perfecto para los inversores de corriente.
Pero es difícil de fabricar y extremadamente caro, por lo que los ingenieros del Fraunhofer IZM han tenido que reducir el número de transistores, una reducción que provoca que cada transistor tenga que procesar más corriente, lo que incrementa el calor.
Para resolver este problema, los investigadores han rediseñado el elemento de refrigeración, creando una intrincada estructura de aletas impresa en 3D que es capaz de disipar el calor rápidamente mientras soporta la placa de metal donde están los transistores. En este sentido, el grosor de las aletas es tan extremadamente fino que hace la estructura muy flexible y puede compensar el estrés del calor extremo y el frío del agua.
Al mismo tiempo, gracias a su arquitectura, los ingenieros aseguran que es perfectamente resistente a la presión del agua y otras fuerzas mecánicas.
Según los científicos del Fraunhofer IZM, el resultado de este tipo de optimización es muy efectivo, sobre todo si se tiene en cuenta que, para conseguir este tipo de optimización con otras partes del sistema eléctrico, como el incremento de capacidad de baterías, se necesita mucha más inversión y tiempo.