La aviación comercial eléctrica despega a un ritmo lento

La aviación comercial eléctrica despega a un ritmo lento

Volar en aviones de pasajeros totalmente eléctricos y sostenibles sigue siendo a día de hoy algo relacionado con la ciencia ficción en contraste con los coches eléctricos que son ya una realidad, hasta el punto de que se espera que representarán el 31 % del parque automovilístico mundial en 2050.

 

Según la Agencia de Información Energética de Estados Unidos, los aviones eléctricos están todavía en una fase incipiente de desarrollo, sujetos en proyectos experimentales con un largo camino por recorrer.

Según ha afirmado Jerome Bouchard, socio para la industria aeroespacial y defensa de la consultora Oliver Wyman, «la propulsión eléctrica para la aviación no alcanzará su madurez hasta la segunda mitad o última parte de la década actual». Según este experto, los primeros aviones eléctricos pertenecerán al segmento de 19 plazas y tendrán una autonomía de unos 500 kilómetros, una distancia pequeña comparada con los 6.500 kilómetros que puede recorrer un avión comercial típico.

Según un amplio reportaje publicado en el diario El Mundo, uno de los mayores retos que enfrenta la aviación eléctrica es la dificultad para lograr un sistema de propulsión que logre reemplazar al eficiente motor a reacción.

Según ha explicado Javier Losada, director del business development aviation en la consultora IDOM, «desgraciadamente en la actualidad no hay una tecnología basada en baterías que pueda sustituir al motor a reacción, que permite llegar a grandes distancias en tiempos razonables y con un coste adecuado a la demanda, ya que la relación entre peso y potencia no permite cumplir esas condiciones».

De esta manera, parece que lo más probable es que estos aviones eléctricos comiencen a realizar operaciones en rutas cortas, como podrían ser vuelos entre Madrid y Barcelona o Málaga y Mallorca. «No entrarán en competencia directa con los aviones actuales (Airbus A220 o A320, Boeing A320), pero permitirán una nueva movilidad mucho más limpia y revitalizará la aviación regional», ha explicado Bouchard, que prevé que podríamos ver volar entre 100 y 200 aviones comerciales totalmente eléctricos a finales de la década, lo que supone una gota de agua frente a los 30.000 aviones de combustible fósil que estarán en servicio para entonces.

Dos de las propuestas más avanzadas para transformar la movilidad provienen de las empresas Faradair y Eviation, con sus aviones BEHA M1H y Eviation Alice, respectivamente.

BEHA M1H, de Faradair, es un nuevo avión híbrido-eléctrico que espera estar certificado para operaciones de pasajeros en 2028. Este avión, que podrá transportar hasta 18 personas, podrá ser alimentado por combustibles sostenibles aeronáuticos SAF, además de una unidad de potencia auxiliar que funciona como turbogenerador que añade 1 MW a los motores para realizar vuelos energéticamente limpios y con menores costos de operación.

Por su parte, el Eviation Alice tiene previsto un primer vuelo de prueba a finales de este año con capacidad para nueve pasajeros y dos miembros de la tripulación. Eviation prevé que la recarga de la aeronave eléctrica se realice mediante vehículos móviles similares a los camiones de combustible que actualmente se ven en los aeropuertos.

Así las cosas, uno de los retos a los que se enfrentan los aeropuertos como parte de los pasos que está dando la industria aérea para descarbonizar sus operaciones, pasaría por crear una infraestructura sostenible que se adapte a las necesidades de estos dispositivos.

Por otra parte, la aviación contribuye al 3,5 % de todas las emisiones de CO2 causadas por las actividades humanas, según un estudio de la Universidad Metropolitana de Manchester que evaluó el impacto de esta industria en el clima entre 2000 y 2018; y también es responsable del 13,9 % de todas las emisiones realizadas por los diferentes medios de transporte a la atmósfera, lo que convierte a la aviación en el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero dentro de este sector, después del transporte por carretera.

Por este motivo, las grandes compañías aéreas están evaluando diferentes estrategias para reducir sus emisiones, aunque la aviación eléctrica no parece estar en sus planes más inmediatos.

Según recoge el diario El Mundo, una de las principales iniciativas es la Alianza para una Aviación Cero Emisiones de la Comisión Europea, que busca impulsar con fondos públicos la entrada en servicio de aeronaves con motor de hidrógeno y eléctrico.

Sin embargo, los expertos reconocen que la complejidad y falta de agilidad de los procesos para la canalización de los fondos en cada uno de los países miembro, es uno de los hándicaps que se están encontrando a la hora de plantear proyectos de esta índole.

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