Los coches eléctricos resultan a día de hoy más caros que sus equivalentes de combustión. En concreto, según Carlos Tavares, CEO de Stellantis, la producción de un vehículo eléctrico es entre un 40 y un 50 % más cara que la de un vehículo con motor térmico.

Según el directivo, la única manera de solventar esta situación sin que afecte en exceso ni al fabricante ni al comprador, es que de manera progresiva, se vaya negociando con los proveedores, que suministran hasta el 85 % de las piezas de los coches, logrando recortes que podrían traducirse en unos costes más comedidos que reduzcan estas diferencias.

Según el informe Automotive Executive Survey, presentado hace algunas semanas por la consultora KMPG Global, el 64 % de los directivos encuestados cree que las ventas de eléctricos no podrán generalizarse sin subvenciones, situación ahora resaltada por Tavares.

En la encuesta, que entrevisto a 1.180 directivos del mundo del motor, se ofrecçia como conclusión que el precio del coche eléctrico no se igualará al de combustión hasta 2030, algo que también cuadraría con los datos de gastos esgrimidos por el CEO de Stellantis.

En este periodo de ocho años, las marcas deberían recortar los costes de producción para que, igualando precios, la venta de eléctricos no suponga pérdidas para estas compañías.