Málaga ensaya un sistema de recarga de autobuses eléctricos desde el suelo

Málaga ensaya un sistema de recarga de autobuses eléctricos desde el suelo

La línea L de la Empresa Malagueña de Transportes (EMT) da servicio a la comunidad de universitarios que estudian en el campus de Teatinos, una zona solitaria y sin apenas más edificios que las facultades donde los autobuses realizan un recorrido de 2,5 kilómetros en el que tardan entre 10 y12 minutos.

El caso es que desde este miércoles y sin que los pasajeros se den cuenta, los vehículos aprovechan la parada final para recargar sus baterías a través de tres brazos (denominados patines) ubicados en los bajos que descienden hasta tres placas ubicadas en el asfalto y que, por contacto, alimentan al autobús.

Una carga rápida, silenciosa e invisible para el usuario que tiene una duración de entre dos y cinco minutos -según la necesidad de recarga- y ofrece total autonomía al medio de transporte público sin retrasar ni un minuto los tiempos de su trayecto.

El proyecto piloto, denominado Prototipo para la operación alternativa de activos de movilidad (PALOMA), se prueba por primera vez y convierte a la ciudad en un laboratorio para conocer mejor el funcionamiento de esta tecnología, de la que se van a testar tanto su influencia en la red eléctrica, la operación de recarga o la experiencia del viajero, que, durante los dos meses que se realizarán las pruebas, podrá viajar gratis.

Hasta ahora, este tipo de vehículos solo pueden ser recargados en las cocheras, de tal manera que la autonomía es limitada. De ahí que la EMT haya apostado por vehículos híbridos, de los que tiene una veintena en funcionamiento. Además, los eléctricos cuentan con otro problema añadido: la necesidad de instalar baterías, que suman entre tres y cuatro toneladas a las doce de peso que tienen los autobuses y, además, sus grandes dimensiones quitan espacio a los viajeros.

La solución es este nuevo proyecto de carga oportunista, que aporta autonomía, no afecta al usuario ni modifica los tiempos de operación, además de otras muchas ventajas”, asegura Álvaro Urech, director de innovación de Alstom en España y Portugal. El bajo impacto visual y gasto energético y la mayor seguridad y rapidez con la que se realiza la carga son algunas de ellas.

El sistema está soterrado bajo el asfalto, de tal manera que no afecta al paisaje urbano ni al resto de vehículos, que pueden circular por la vía con total normalidad. Y para que pueda ser utilizado solo requiere de la instalación de un aparato en la parte inferior de los autobuses eléctricos de cualquier fabricante.

Cuando uno de ellos llega a la parada, la comunicación por radio activa el dispositivo. Los patines bajan hasta las planchas, una malla asciende desde el suelo para proteger la operación y comienza la recarga por contacto, aumentando rapidez y eficacia, dotando de más rentabilidad a la flota eléctrica.

Puede ser de cinco minutos si el conductor considera que las baterías están bajas, pero también de mucho menos tiempo simplemente para efectuar pequeñas alimentaciones que sigan permitiendo la autonomía.

La idea es tener los primeros resultados del proyecto en dos meses como máximo; y entre los aspectos que más interesan es saber cómo afectan las recargas a la red eléctrica.

Tecnología