¿Cual es la diferencia de eficiencia entre un motor eléctrico y uno térmico...?

¿Cual es la diferencia de eficiencia entre un motor eléctrico y uno térmico...?

Nadie duda de que estamos en el comienzo de una transición hacia una movilidad sostenible, y tras varios intentos, parece que, por fin, esta tecnología arranca en la automoción. Sin embargo, todavía quedan por aclarar múltiples apartados en los que lo eléctrico todavía no es más eficiente.

Los expertos aseguran que el coche eléctrico es más eficiente que el tradicional, y queda demostrado por diversos estudios centrados precisamente en la eficiencia de las opciones eléctricas frente a los motores tradicionales. Esto se está realizando con el objetivo de determinar si un futuro completamente sostenible será más económico para el consumidor y para la calidad del aire, entre otros muchos aspectos.

Uno de los últimos estudios en este sentido es el llevado a cabo por orden de la Oficina de Eficiencia Energética y Energía Renovable de Estados Unidos, que ha concluido que esta tecnología es eficiente hasta en un 80 % de lo invertido en recargar las baterías.

Como es lógico, si hablamos de un índice del 20 % en términos de eficiencia, es porque hay otro 20 % que no llega a tener una implicación efectiva con el movimiento. Tras contemplar los resultados efectuados por el organismo público, se ha podido determinar que en cada proceso de carga se pierde algo más del 10 % de carga. El resto del despilfarro se produciría por el hecho de tener que dotar de recurso eléctrico al sistema de aire acondicionado y bomba de calor, al sistema eléctrico y, por supuesto, a los múltiples sistemas de infoentretenimiento que poseen los vehículos actuales, entre algún que otro elemento que requiriese suministro energético.

Uno de los componentes fundamentales para entender el elevado nivel de eficiencia del coche eléctrico es el sistema de frenado regenerativo. Según las conclusiones principales del proyecto analizado, esta valoración habría quedado en torno a un 60-65 % por las pérdidas que se producirían al no recuperar dicha energía cinética.

En relación con el vehículo movido por motores de propulsión térmica, la mayor parte de la eficiencia se pierde en el proceso de combustión, ya que la energía se transforma en calorífica. Si a ello sumamos la inexistencia del freno regenerativo, es lógico pensar que la mayor parte de la energía que adquirimos bajo el suministro de carburante se pierda antes de llegar al tren motriz, unos datos que dejan en muy mala posición al motor tradicional

Una de las conclusiones más devastadoras para la movilidad tradicional es que, siguiendo lo dicho en el estudio, el coche con motor de combustión interna, tan solo aprovecha en torno a un 12-30 % de la energía que se suministra a través de la visita a la gasolinera correspondiente. Esto, como es lógico, deja en una situación muy comprometida a los fabricantes que más apuestan por este modelo.

La industria tradicional continúa basando su excusa en lo referente a las mecánicas tradicionales a la baja autonomía del coche eléctrico y el largo y lento proceso de carga estandarizado todavía a día de hoy. Esta problemática solo tendrá solución si el consumidor consigue superar estas barreras y se conciencia sobre tener que cambiar algunas rutinas que implica esta opción.

Manteniendo todas las demás variables igual, solo así se podrá comandar la expedición hacia lo eléctrico. Es un camino difícil y arduo, pero la sostenibilidad se ha posicionado como una solución que no admite negociación en el medio plazo; por ello es necesario comenzar un proceso para transformar el parque automovilístico actual.

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