El coche eléctrico está a punto de ser más económico que el de combustión, y las previsiones adelantan que a partir del año 2026 la paridad entre un coche eléctrico y uno de gasolina ya será posible, según un estudio de BloombergNEF (BNEF) para la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente.
En este sentido, la transición energética representa un cambio radical para el sector de la automoción, hasta el punto de que BNEF estima que se estos vehículos eléctricos se abaratarán un 58 % en el año 2030 en comparación con los precios del 2020.
Sn embargo, para 2030 la previsión de capacidad de fabricación de baterías a nivel mundial no será suficiente para satisfacer la demanda de la industria del automóvil, que se espera se multiplique por seis, según otro informe elaborado por el grupo suizo ABB a través de la consultora Ultima Media, que estima que el precio de las baterías se reducirá hasta un 58 % en el año 2030 en comparación con las de 2020.
Con todo, el principal problema es que no habrá suficientes fábricas de baterías, pero tampoco suficiente litio o cobalto para fabricarlas.
Según ha señalado María Luisa Soria, directora de Relaciones Institucionales e Innovación de la Asociación Española de Proveedores de Automoción (Sernauto), “se estima que Europa necesitará casi 60 veces más litio y 15 veces más cobalto de aquí al 2050 para los coches eléctricos y el almacenamiento de energía”, una circunstancia que ya está encareciendo el precio de estos preciados minerales.
Otro problema estará en las condiciones con las que se obtienen algunos de estos materiales, especialmente el cobalto. En este sentido, Arturo Pérez de Lucia, director general de la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico (Aedive), ha explicado que “el reto pasa por encontrar cobalto de proveedores sostenibles y en países donde se cumplan los estándares de seguridad y derechos laborales frente a los depósitos mineros de la República Democrática del Congo, que abastece de este mineral a cerca de dos tercios del mercado mundial”.
En paralelo, “se está trabajando para reducir o reemplazar el cobalto con otros materiales menos críticos y se investiga con elementos como el azufre, que es un producto de desecho industrial barato, muy puro y de fácil reciclabilidad, o el fluoruro con electrolito en estado sólido, que ofrecen una mayor densidad energética que las baterías actuales y también una autonomía muy superior”, ha añadido Pérez de Lucia.
Una vez finalizada la vida útil de estas baterías, se estima que entre seis y ocho años, el proceso de reciclado permite recuperar entre el 55 % y el 78 % de los materiales, según fuentes de Recyclia, entidad dedicada a la recogida selectiva y el reciclaje de los equipos y dispositivos eléctricos y electrónicos (RAEE). Se trata sobre todo de hierro, pero también cobalto, níquel, cobre, y aluminio, además de que los procesos más avanzados, permiten recuperar también el litio.
En la actualidad, estos materiales recuperados se destinan a otros usos en lugar de a la fabricación de nuevas baterías por la inexistencia de fábricas de baterías en el país, una situación que está a punto de cambiar tras el anuncio de varias plantas de fabricación de baterías en España, que en este momento permanecec a la espera de fondos europeos.