La gestión del reciclaje de las baterías de los vehículos eléctricos a debate...

La gestión del reciclaje de las baterías de los vehículos eléctricos a debate...

Mientras los fabricantes de vehículos eléctricos se esfuerzan por aumentar la duración de sus baterías, son absolutamente necesarias otras empresas que desarrollen la tecnología necesaria para reciclar la gran cantidad de acumuladores usados que se avecina.

En la Unión Europea, en la actualidad solo se reciclan el 5 % de las baterías de litio que salen al mercado; a la vez que se estima que el sector del reciclaje de baterías de litio crecerá a una tasa del 22,1 % anual hasta alcanzar los 23.720 millones de dólares en el 2030.

Aunque los distinos países que apuestan por esta tecnología de movilidad aun no tienen que enfrentarse a una creciente montaña de baterías agotadas, en China ya empiezan a tener problemas y el Gobierno, la industria de la automoción y las empresas de reciclaje en el país oriental empiezan a sufrir el problema... y es que los vehículos eléctricos comenzaron a venderse en China en 2009, así que muchas pilas están llegando al final de su vida útil.

Los productores de baterías para vehículos eléctricos están obligados por ley a encargarse de su gestión; pero manejar las cerca de 170.000 toneladas de residuos de baterías de litio, ricos en metales pesados y compuestos tóxicos, que se estima producirá el gigante asiático este año plantea numerosos retos.

Las medidas tomadas por este Gobierno oriental, que obligan a los grandes fabricantes de vehículos a abrir sus propias plantas y a cerrar a aquellas demasiado contaminantes, no parecen suficientes ni existen incentivos a su cumplimento. Si bien son responsables del reciclaje de las pilas, la mayoría de marcas firman acuerdos con proveedores para que lo hagan en su lugar.

En la Unión Europea, solo se reciclan el 5 % de las baterías de litio que salen al mercado; y la mayor parte de este metal, que actualmente proviene, sobre todo, de la electrónica de consumo, acaba guardado en cajones, acumulado en vertederos o incinerado.

Esto no solo presenta riesgos para el medio ambiente, sino que, además, refuerza la dependencia del continente del abastecimiento externo. El escaso número de baterías que se recogen, la variabilidad del precio del litio en el mercado y el alto coste del proceso de reciclaje, son algunos de los factores detrás de la baja tasa de reciclaje de los últimos años.

Sin embargo, las baterías de los coches eléctricos, que supondrán en torno al 90 % de las baterías de iones de litio en el 2025, no pueden guardarse en casa y es ilegal incinerarlas.

Según las actuales leyes europeas, los productores de las baterías de vehículos eléctricos (consideradas industriales) deben correr con los costes de la recogida, gestión y reciclaje, para lo que pueden construir sus propias instalaciones o establecer alianzas con operadores especializados. Uno de los principales problemas a la hora de implementar el proceso es que tampoco en Europa se ha desarrollado estándares técnicos para reciclar las baterías de los coches eléctricos.

Además, cada marca utiliza su propia tecnología en la fabricación, por lo que cada empresa aplica una fórmula distinta para recuperar sus componentes.

Desgraciadamente, aunque los procesos que llevan a cabo las diversas empresas sirven para recuperar la mayoría de los metales, no suelen hacer lo mismo con el litio, que se convierte en un subproducto del tratamiento que no merece la pena recobrar. La mayoría de firmas de reciclaje emplean altas temperaturas, una técnica conocida como pirometalurgia, para obtener el cobalto y el níquel. Pero extraer el litio requiere otros métodos bastante más caros y complejos.

La situación puede cambiar en el futuro, cuando haya aumentado el volumen de baterías desechadas y la creciente demanda ponga por las nubes el precio de metales como el cobalto y el propio litio.

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